En la dinámica familiar marcada por el narcisismo parental, uno de los fenómenos más destructivos y, al mismo tiempo, invisibilizados es la parentalización. Este término se refiere a un proceso en el que un hijo asume roles y responsabilidades propias de un adulto, invirtiéndose la jerarquía natural entre padres e hijos (Boszormenyi-Nagy & Spark, 1973). En contextos de familias narcisistas, este fenómeno se acentúa y adquiere una dimensión especialmente patológica, dejando secuelas emocionales profundas en los niños que lo experimentan.
¿Qué es la parentalización?
La parentalización puede adoptar dos formas principales:
- Instrumental: El niño se encarga de tareas prácticas, como cuidar a hermanos menores, hacer las tareas del hogar, o incluso gestionar asuntos emocionales de los padres.
- Emocional: El niño actúa como figura de apoyo afectivo para el padre o madre, atendiendo a sus necesidades emocionales, validándolos, calmándolos o incluso conteniéndolos durante sus crisis.
Ambas formas pueden coexistir, y ambas pueden ser devastadoras cuando se cronifican.
Narcisismo parental y la inversión de roles
Los padres narcisistas suelen presentar una necesidad crónica de validación, una baja tolerancia a la frustración y una tendencia a instrumentalizar a los demás para satisfacer sus propias necesidades (Millon et al., 2004). En este contexto, los hijos no son vistos como individuos con derechos y necesidades propias, sino como extensiones del padre o madre narcisista. Esta visión del hijo como objeto de utilidad emocional es el caldo de cultivo perfecto para la parentalización.
Frecuentemente, el niño termina asumiendo el rol de “cuidador emocional” del progenitor, intentando anticiparse a sus cambios de humor, regulando su estado emocional y proporcionando atención, elogios o consuelo. Esto implica una inversión del vínculo de apego: el adulto, que debería contener emocionalmente al niño, delega esa función en él.
Consecuencias para el desarrollo emocional del niño
El niño parentalizado crece con un sentido distorsionado del yo y una tendencia a la hipervigilancia emocional. Algunas de las consecuencias comunes incluyen:
- Dificultades para establecer límites y decir “no” (Chase, 1999).
- Sentimiento crónico de culpa o responsabilidad por el estado emocional de los demás.
- Autoestima frágil que depende del desempeño y la aprobación externa.
- Trastornos de ansiedad o depresión en la adultez (Wells & Jones, 2000).
- Relaciones adultas codependientes, donde la persona repite el patrón de cuidar emocionalmente al otro a expensas de sí misma.
El niño “hijo dorado” vs. el niño “chivo expiatorio”
En familias narcisistas, no todos los hijos son parentalizados de la misma manera. Algunos pueden asumir el rol del “hijo dorado”, cuya función es engrandecer la imagen del padre o madre. Otros, el “chivo expiatorio”, son culpados de los problemas familiares. Curiosamente, ambos pueden ser parentalizados emocionalmente: el primero por medio de la idealización (al tener que sostener el narcisismo parental), y el segundo mediante la internalización de la culpa y la necesidad de reparación (Pincus & Lukowitsky, 2010).
¿Es posible la recuperación?
La recuperación implica un proceso terapéutico profundo en el que el adulto que fue un niño parentalizado pueda:
- Reconocer que fue forzado a ocupar un rol que no le correspondía.
- Nombrar y validar su sufrimiento emocional.
- Reconstruir su identidad separada del rol de cuidador.
- Aprender a establecer límites y priorizar sus propias necesidades.
El trabajo psicoterapéutico puede centrarse en el reprocesamiento emocional de estas experiencias y en el fortalecimiento del yo adulto, utilizando enfoques como EMDR (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) o IFS (Sistemas de familia interna).
Referencias
- Boszormenyi-Nagy, I., & Spark, G. M. (1973). Invisible Loyalties: Reciprocity in Intergenerational Family Therapy. Harper & Row.
- Chase, N. D. (1999). Burdened Children: Theory, Research, and Treatment of Parentification. Sage Publications.
- Millon, T., Grossman, S., Millon, C., Meagher, S., & Ramnath, R. (2004). Personality Disorders in Modern Life (2nd ed.). John Wiley & Sons.
- Pincus, A. L., & Lukowitsky, M. R. (2010). Pathological narcissism and narcissistic personality disorder. Annual Review of Clinical Psychology, 6, 421–446.
- Wells, M., & Jones, R. (2000). Childhood parentification and shame-proneness: A preliminary study. American Journal of Family Therapy, 28(1), 19–27.